Sobredosis Digital en Niños y Adolescentes

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Roberto Bravo, melipillano y ex alumno del Colegio Alonso de Ercilla, quien el año pasado lanzó su primer libro. Es hoy rector del Colegio Inglés de Talca y director ejecutivo de la organización Líderes Escolares, además de desempeñarse como asesor en temas de liderazgo escolar, acompañando el trabajo de distintas organizaciones y comisiones del Senado. En conversación con Revista Melidatos, abordó la problemática que hoy en día viven los niños y adolescentes por la sobredosis de tecnología, internet e interacciones con pantallas digitales que se agudizaron debido a las cuarentenas.

 

“Maldita tecnología, en mis tiempos no se veían estas cosas. Uno tenía pasatiempos más sanos. Los niños no deben tener acceso a celulares ni a estas aplicaciones”, expone Bravo, citando una publicación de twitter luego de conocerse el caso de una niña de 11 años en Concepción, quien resultó con graves quemaduras luego de intentar realizar un desafío de TikTok. Un caso que no es nuevo ni mucho menos aislado. Y también agrega las quemaduras de tercer grado sufridas por una adolescente de Portland, Estados Unidos, luego de imitar un video que vio en internet.

 

El libre acceso a internet, los retos virales en redes sociales y las múltiples relaciones con las pantallas son, por estos días, la mayor sobredosis tecnológica e informativa para niños, niñas y adolescentes, asegura Bravo. “Básicamente, porque la proliferación de sitios web y aplicaciones corre a un ritmo mucho mayor de lo que podríamos controlar”. En este sentido, dinámicas como “La ballena azul”, “Momo” y “El juego de la asfixia”, entre otros, son solo algunas de las pruebas que a simple vista parecían atractivos e inofensivos desafíos para sus usuarios, pero que en ocasiones terminaron en lamentables muertes.

 

“¿Habría que restringir el uso de dispositivos tecnológicos con conexión a internet para menores de edad o derechamente prohibirles el acceso a la red?”, se pregunta el rector.

 

Difícil pregunta, responde. “Más si se toma en cuenta que hemos sido nosotros, los adultos, quienes hemos forzado el uso de tablets, computadores y acceso a internet en los meses de confinamiento y clases online producto de la pandemia. Niños y niñas se vieron obligados a aprender a conectarse por sí solos (en muchos casos) y a navegar en plataformas nunca antes vistas. Introdujimos de golpe la tecnología en sus procesos de aprendizaje, como nunca lo hubiésemos imaginado”.

 

Por otra parte, asume que la prohibición jamás ha sido una solución “si fuese así de simple, nuestras autoridades podrían, por ejemplo, terminar con los portonazos con tan solo prohibirlos”. Sino que entiende la necesidad de educar más y mejor. Su propuesta no se basa en eliminar las pantallas de la vida de los jóvenes; pues prefiere que estos mantengan una dieta digital equilibrada que no les limite la actividad física ni la interacción con sus compañeros, amigos o familia.

 

Bravo hace hincapié en el contexto de esta generación, la cual se encuentra sumergida en un mundo tecnológico, por ende, es comprensible que su vida social esté definida por su interacción con estos aparatos, ya que para ellos representa (aunque pueda parecer contradictorio) un espacio de integración por excelencia, de reconocimiento y pertenencia. Tanto así que cuando no cuentan con un dispositivo para conectarse, es normal verlos con altos niveles de ansiedad por miedo a la exclusión.

 

También afirma que hay dos grandes tareas. “Primero que nada, estamos llamados como padres y educadores a enseñarles a que aprendan a gestionar sanamente su interacción en las redes sociales, pero, sobre todo, que desarrollen habilidades sociales para que puedan resolver problemas y relacionarse sanamente con otros en contextos reales, es decir, en <<vivo y en directo>>”. En segundo lugar, hace un llamado a las generaciones previas para tomar conciencia de la gestión de sus propios tiempos, sobre todo cuando están con sus hijos. Además, enfatiza: “no se puede pretender que los niños dejen su celular o las pantallas en sus tiempos libres, si nosotros como adultos tampoco lo hacemos. No hay que olvidar que la mejor práctica formativa que hoy existe es la de un buen ejemplo”. 

 

Desde su punto de vista como padre y docente, reconoce que se debe afiatar la alianza entre estos dos factores, ya que padres y educadores necesitan construir un marco de referencia para guiar, orientar y educar a sus hijos y estudiantes en este mundo cada vez más cambiante, cuya inestabilidad e incertidumbre fomenta inseguridad y miedo en los niños, niñas y adolescentes. Asegura que la labor se centra en hacerles ver que la felicidad no se mide por la cantidad de “likes” que reciben, ni mucho menos por la cantidad de grupos en los que interactúan. O que la felicidad se comparte con amigos de verdad y no con seguidores que ni conocen.

 

Por último, expone que la tecnología se ha transformado en un medio para educar a miles de jóvenes y, como tal, una tremenda oportunidad. Pero si de verdad se busca la desconexión de hijos y estudiantes por un rato, debe existir la disposición de ofrecerles algo distinto. “Quizás este es el momento para conectarse con ellos en serio, aunque cueste y no sepamos muy bien cómo hacerlo. Ese debe ser nuestro propio reto, uno que -claramente- no estará dando vueltas en internet”, finaliza Roberto Bravo.

 

ROBERTO BRAVO GONZÁLEZ

Rector Colegio Inglés de Talca, Director Ejecutivo Líderes Escolares

– Revista Melidatos